Hunt: Showdown 1896 - The Concubine

Este DLC contiene una cazadora, dos armas y una herramienta: - Concubina (cazadora) - Shahmaran (Sparks) - Angustia de Hermana (ballesta de mano) - Muerte del Orgullo (cuchillo pesado) Las prendas de Alaz, antaño brillantes, estampadas y coloridas, están ahora sucias de barro y sangre. Las manchas forman nuevas filigranas e intrincados augurios de muerte. Lo mismo ocurre con sus historias, empapadas de sangre, irreconocibles desde la primera vez que se narraron. Aun así, todas empiezan igual: un mercader que zarpa de una tierra desconocida y unas hermanas atadas por un oscuro destino, obligadas a seguirle. Las velas flaquean, los vientos no soplan y el mercader revela el mal que lleva dentro. Atrapados en aguas tranquilas, cada jornada de la travesía da lugar a nuevos horrores. Alaz vio cómo sus hermanas se marchitaban de dolor y hallaban la única paz posible en el frío abrazo del mar. Prometió vengar su miseria y desatar la tormenta. En el puerto de Nueva Orleans, los ricos los saludaban mientras desembarcaban. Habían preparado una mansión a la que apodaron "el Palacio del Sultán". Había comida y bebida en abundancia, suficiente para satisfacer toda glotonería, y las melodías de la tierra natal de Alaz se unían a la alegre música de las calles de Nueva Orleans. El desenfreno ensordecía los oídos y cegaba la vista. Poco después, el viento empezó a aullar, las aguas del puerto empezaron a hervir y Alaz se preparó para reunirse de nuevo con el mercader en sus aposentos, esta vez con la Muerte del Orgullo en mano. Desgarró carne y músculo escrupulosamente hasta despojarlo de todo orgullo y lo dejó desangrándose en su cama. Con el vestido ensangrentado, fue a por los invitados del salón principal y les dio una muerte rápida con Shahmaran, el querido rifle del mercader. Por la mañana, cuando la tormenta hubo amainado, un río de sangre brotó del Palacio del Sultán y bañó las calles aún empapadas por la lluvia. Fue entonces cuando los ciudadanos de Nueva Orleans descubrieron los cadáveres que se apilaban en el gran salón. Cuando la desconcertada masa empezó a pedir explicaciones, Alaz ya se había gastado su primer botín en un arma a la que bautizó como "Angustia de Hermana".