Hunt: Showdown 1896 - Bark, Bone and Blood

Este DLC contiene un cazador, dos armas y una herramienta: - Ladrido Férreo (cazador) - Cortahuesos (Rival 78) - Guía del Cazador (LeMat) - Diente del Traidor (cuchillo americano) Arrastrándose entre nieve y gusanos, resbalando sobre la sangre y el hielo. Era su primer invierno y su primer recuerdo, a punto de ser también los últimos bajo el aliento de un joven y hambriento lobo salvaje. Pero el lobo se apiadó de aquella esmirriada presa y se la llevó a casa para criarla. Los cachorros le regalaron calor y, los adultos, alimento con gran generosidad. Jóvenes y mayores fracasaron en el intento de enseñarle a la criatura a cazar, pero aun así el bebé tuvo una infancia fuerte. Una noche, el humano lobo desapareció, y la manada pasó días preocupada. Al quinto día, la criatura volvió. Arrastró hacia la madriguera los cadáveres de una decena de codiciosos leñadores. La manada se alimentó con ellos durante semanas, pero el respeto adquirido con ellos duró menos de una estación. Los lobos ancianos murieron, y los más jóvenes encontraron su propio territorio y formaron nuevas manadas. En aquel momento, la criatura volvió a quedar huérfana, y ni siquiera había entrado en la adolescencia. Los aldeanos pedían la cabeza del humano lobo con balas y fuego que perturbaban el bosque. Se alejaron mucho de sus casas durante muchas estaciones intentando dar caza a la criatura. Esas estaciones de miedo y tensión consumieron la carne del humano lobo. Presa del hambre y la desesperación, cortó el cuello de la primera criatura que encontró y se dio un banquete con ella. Poco a poco fue saliendo de su aturdimiento y, de repente, se topó con un olor que reconocía: aquella carne pertenecía a uno de sus hermanos lobos. De repente, un aullido perforó el viento. Era el anuncio de una caza inminente. El humano lobo, con fuerzas renovadas tras haber comido, corrió tan rápido como pudo. Con el corazón herido y la carne fuerte, el humano lobo tuvo que retirarse a las montañas ya que su antigua familia seguía buscándole sin descanso. Cuando llegó a la cumbre más alta, comprendió que ya no podía seguir huyendo. El humano lobo podía morir allí mismo, consumido por la culpa de la traición, o liberarse de la culpa con garras y dientes. Y así fue como Ladrido Férreo descendió de lo alto de las montañas con la barriga llena y el cuerpo arropado por unas pieles que no poseía al subir.