Hollow

«Nunca me importó esta nave… Solo quería encontrarme a mí mismo. Tenía que hacerlo. En lo más profundo de mi cerebro, en lo más profundo de mi alma, sentía el desgarro de algo que se esforzaba en hacer que todo cobrase sentido. Pero la triste verdad es que nunca lo consiguió. Nunca lo conseguí. Sigo sin poder recordar quién soy». ¡Hola, futuro miembro de la tripulación! ¡Bienvenido al Shakhtar-Uno, la primera nave espacial minera creada para extraer recursos de la atmósfera del planeta Júpiter! El Shakhtar-Uno aporta grandes cantidades de suministros a un planeta Tierra en el que los recursos naturales están bajo mínimos. ¡Gracias al Shakhtar-Uno, ya no somos dependientes del carbón o el petróleo! ¿No estás deseando convertir el Shakhtar-Uno en tu nuevo hogar? «Ni siquiera sé si esto ya ha sucedido antes. Yo mismo, aquí, repitiéndome exactamente la misma historia… Seguro que no. De otro modo lo recordaría, ¿no?» ¡El Shakhtar-Uno te ofrece la oportunidad de un nuevo comienzo entre las estrellas! ¡En el Shakhtar-Uno todo el mundo importa! ¡Todos tienen trabajo! ¡Todos los niños tienen igualdad de oportunidades! ¡Estamos seguros de que el Shakhtar-Uno es el lugar ideal para forjar el futuro de tu familia! «Lo único de lo que puedo estar seguro es de este sentimiento constante y penetrante que albergo en mi interior. Estoy hueco. Me siento vacío.» En «Hollow», eres uno de los pilotos que transportan los valiosos cargamentos de recursos desde la nave minera del Shakhtar-Uno hasta la Tierra. Un día te despiertas en una cápsula de emergencia a la deriva junto a las instalaciones de la nave. No recuerdas quién eres, o cómo llegaste hasta allí… Todo lo que puedes recordar es un código de acoplamiento para la plataforma de encapsulamiento N.º 6. Cuando te acoplas en el Shakhtar-Uno, te das cuenta de que algo ha ido terriblemente mal. No hay rastro de la tripulación, y la instalación tiene graves problemas de electricida. A medida que comienzas a desvelar los aterradores secretos de la nave, el Shakhtar-Uno amenaza con arrebatarte la identidad, la cordura y, por último, la vida. El peor de los demonios es aquel que nos conoce mejor que nosotros mismos. La peor pesadilla es aquella que se alimenta de nuestro pasado, de nuestras emociones, de nuestros miedos, de nuestro dolor.